Varios estudios publicados han demostrado que las enfermedades crónicas y las limitaciones asociadas a ellas provocan un impacto negativo sobre la situación laboral de las personas que las padecen. El efecto nocivo de la enfermedad crónica en el empleo es superior en aquellos grupos con factores de vulnerabilidad, como el bajo nivel educativo, ser mujer o tener trabajos con altos niveles de exigencia física o manuales.
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