Estigma y discriminación

En la infección por el VIH es muy difícil desligar los aspectos médicos de los aspectos sociales. Sin embargo, mientras en el ámbito médico se han producido en los últimos años grandes avances que han aumentado mucho la esperanza y la calidad de vida de las personas con el VIH, estos avances no han reflejado una disminución del rechazo social que suscita la infección.

El estigma vinculado al VIH-Sida se apuntala en múltiples factores:

  • El desconocimiento de la enfermedad.
  • Los conceptos erróneos sobre cómo se transmite el VIH.
  • La falta de acceso a tratamiento.
  • Las noticias irresponsables sobre la epidemia por parte de los medios de comunicación.
  • La imposibilidad de curar el SIDA
  • Los prejuicios y temores relacionados con diversas cuestiones socialmente delicadas, como la sexualidad, la enfermedad y la muerte, y el consumo de drogas.

Muchas personas son discriminadas no sólo por tener la infección, sino porque se les presuponen prácticas de riego que no se consideran “adecuadas”, como las relacionadas con su sexualidad, su orientación sexual o su identidad de género.

De esta manera, surgen la homofobia y la transfobia como una forma de violencia y discriminación que fomenta un ambiente inseguro para estas personas alejándolas de los servicios de salud preventivos y de atención establecidos. Vincular a la población homosexual, bisexual y transexual con el VIH/SIDA provoca más discriminación cuando lo que realmente provoca la infección por el VIH es el tipo de práctica sexual no protegida.

Con respecto a las mujeres, es necesario tener en cuenta que son más vulnerables a la infección por VIH que los hombres, debido a factores biológicos, socioeconómicos y culturales y las desigualdades y el impacto de la violencia de género en sus diferentes expresiones, es una de las causas más importantes para el aumento de dicha vulnerabilidad con respecto a la transmisión del VIH.

En resumen, las actitudes discriminatorias producen efectos tales como:

  • Miedo al aislamiento social que en muchas ocasiones aleja a las personas discriminadas de los servicios sanitarios para realizarse, incluso, una prueba de detección del VIH.
  • Limitación de las relaciones interpersonales lo que conlleva, de nuevo, al aislamiento.
  • Actitudes de evitación a las visitas médicas que pueden facilitar la transmisión del VIH por desconocimiento del estado serológico.
  • Rechazo social y laboral.

¿Cómo reducir el estigma y la discriminación?

  • Eliminar mitos, falsas creencias y actitudes negativas con información tanto para la población general como para las personas afectadas.
  • Mayor protección de los derechos personales.
  • Cuidar el lenguaje y tender a la normalización en todos los ámbitos.

Pacto social por la no discriminación y la igualdad de trato asociada al VIH